En estos últimos días he sentido de nuevo temor. Una
gran manifestación en las redes sociales y en las calles, de repudio y de
división social se manifiesta cada vez con mayor intensidad. Un repudio sin
dirección.
Soy una ciudadana más de uno de los estados más
lacerados de México: Tamaulipas. Ni soy estudiante, ni soy tan joven. No tengo
filiación partidista alguna, pero sí una participación política activa en los
medios donde me toca desarrollarme.
Por eso mismo, me causa temor que se encause el
repudio y hasta el rencor en una persona, porque existe una línea muy delgada
entre esas manifestaciones “juveniles” y las expresiones de violencia en el que
los afectados, no son ellos, somos nosotros como sociedad.
De ninguna manera desacredito la expresión pública del
movimiento #Yosoy132, es parte de nuestra libertad de expresión, pero soy
escéptica con cualquier postura de índole “radical”. Además, no me siento incluida ni representada
en su causa.
El discurso de los muertos
¿Dónde queda la pluralidad, la tolerancia y el respeto
por los que no pensamos y sentimos igual? El movimiento “anti-PRI” no me
incluye; el reclamo por los viejos usos de ese partido en este momento me tiene
sin cuidado. Ya no estamos en los 70, ni la problemática del país es la misma,
ni los ciudadanos somos los mismos.
En cambio, las preguntas actuales son distintas: ¿Dónde
queda el reclamo por los muertos en el régimen de Felipe Calderón? No hagamos
del olvido una característica común de nuestra realidad inmediata.
¿Dónde está
el coraje del pueblo para exigir al gobierno que finalice esta guerra sin
razón?
¿Quién le llora a los muertos? ¿Quién le llora a los
desaparecidos? ¿Quién llora por las violaciones y por los secuestros? ¿Quién se
ocupa por los desplazados?
Estamos viviendo una de las infamias más grandes de
nuestra historia, y al parecer todos ya olvidaron. Parece no importar ya.
Calderón nos ha conducido a vivir en un caos que
parece no tener salida.
¿Hacia dónde vamos? El rumbo del país está en las
urnas, no en la división social. De qué sirve gritarle “asesino” a un
candidato, de qué sirve apagar la televisión 48 hrs. ¿Eso nos va a salvar de
morir en un fuego cruzado o de vivir con miedo al secuestro y de la extorsión?
¿Eso nos va a llevar a la reactivación de la economía?
No lo creo.
Y yo me sigo preguntando, tal vez junto a ti: ¿cómo vamos a desactivar los sofisticados mecanismos de concentración de capitales? Y me refiero a los legales y a los criminales. Creo que tal desactivación es la clave para acabar con la muerte y el terror y el hambre y la injusticia y la desigualdad. Eso está más allá de lo electorero.
ResponderEliminarA mí me gusta tu reflexión. Comparto tu miedo. También me aterra tener que vivir así.